En este lugar rescatamos el valioso trabajo realizado por Gabriel O. Turone. Lo transcribimos literalmente del sitio |
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EL HOMBRE DETRAS DEL BARRIO: EL CAPITAN JUAN DOMINGUEZ PALERMO |
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Pero, entre las múltiples actividades de Juan Domínguez Palermo, hallamos que también fue sembrador de trigo y propietario de las llamadas en su tiempo
“Viñas de la Punta de Palermo”. Dedicado a la política, Palermo fue un distinguido colaborador del asunceño y Gobernador Hernando Arias de Saavedra,
auxiliándolo con “caballos, bastimentos y personas”.
Por esto, tuvo ascendente social y una bien ganada reputación como
vecino distinguido del primitivo Buenos Aires. El 16 de agosto de 1610, Domínguez Palermo será compensado por un acuerdo firmado por el Cabildo de Buenos Aires en razón de que los animales sueltos que deambulaban por la ciudad perjudicaban sus trigales. El documento del Cabildo, decía: “Habiéndose agraviado en este Cabildo la parte de Francisco de Salas y de Juan Domínguez Palermo que el ganado vacuno y caballos de esta ciudad por andar sin guarda hacen mucho daño en sus viñas y panes para poner remedio de esto se decretó y mandó que se cobre bando para que todas las personas que tuvieren ganado vacuno en el ejido y chácaras del contorno de esta ciudad una legua en redondo lo manifiesten ante el Escribano de este Cabildo dentro de tres días para que vistas las manifestaciones se le dé la orden que más convenga para evitar los dichos daños y que los que tienen caballos los recojan en sus chácaras y traigan con guarda de manera que no hagan daño y lo cumplan para de que además del daño que hiciere su ganado pague cuatro pesos de pena para gastos de Cabildo”. |
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Don Juan Domínguez Palermo escribió un extenso testamento el 2 de junio de 1635, el cual llega hasta nuestro presente merced a una versión paleográfica que existe sobre el mismo. En el encabezado del mismo, expresa estar gravemente enfermo y, por lo mismo, cercano a la muerte: “En el nombre de Dios Todopoderoso que vive y reina sin comienzo ni fin. Sepan cuantos esta carta vieren como yo Juan Domínguez Palermo, natural de Palermo, en el Reino de Sicilia, vecino de esta ciudad de la Trinidad, Puerto de Buenos Aires, estando enfermo en la cama de enfermedad grave, que Dios Nuestro Señor fue servido de mi dar y en mi juicio y temiéndome de la muerte que es cosa natural, deseando acudir a las cosas del descargo de mi conciencia y poner mi alma en carrera de salvación creyendo como firmemente creo en el misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios verdadero y en todo aquello que cree y confiesa la Santa Madre Iglesia de Roma en cuya Fe y Creencia he vivido y protesto vivir y morir, recibiendo por mi intercesora y abogada a la serenísima y siempre Virgen María, Reina de los ángeles (y) Madre de Nuestro Señor Jesucristo, concebida sin mancha de pecado original y a todos los santos y santas de la Corte Celestial que rueguen por mí delante del acatamiento de Dios, hago y ordeno mi testamento en la forma siguiente…”. En efecto, Domínguez Palermo muere trece días después de redactar dicho documento, el 15 de junio de 1635. De esta forma, las tierras ayer labradas por el difunto serán reconocidas de ahora en más bajo la toponimia Palermo, tal como comienzan a figurar en archivos documentales de los años 1641, 1694 y 1771. No obstante, será el virrey Santiago de Liniers y Bremond el que oficializará dicho nombre cuando, en 1808, autorizó la creación del Partido de Palermo separándolo del Partido de San Isidro, y en donde, a partir de esta acción, anualmente sería electo un alcalde como su máxima autoridad competente. A partir de allí, comenzaría a gestarse el crecimiento y la esencia inconfundible de esta barriada porteña. [1] El general Víctor Casco de Mendoza había nacido en Asunción del Paraguay en 1560, y falleció en el año 1615. Pionero habitante del Plata, en 1580 ayudó a fundar por segunda vez a Buenos Aires junto a Garay, y bajo la gobernación de Hernando Arias Saavedra (Hernandarias) fue nombrado Teniente General y Justicia Mayor. Hasta el año de su ocaso, también fue Alcalde, Regidor y Alférez Real. [2] La longitud de 1 vara fue variando con el tiempo: en 1740, equivalía a 0,849 metros; en 1780, medía 0,858 metros; para 1822, 1 vara eran 0,867 metros, y en la época de Rosas (1836), la vara era equivalente a 0,888 metros de acuerdo a lo señalado por el ingeniero Felipe Senillosa. Por Gabriel O. Turone |
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Bibliografía: – “El Parque Tres de Febrero”, Buenos Aires nos cuenta, Nº 20, Octubre 1991. |
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