Cayeron
de sus ojos dos lágrimas calientes,
mejillas
encendidas, sangrando el corazón...
sus
labios no atinaron emitir solo una queja,
su
cuerpo quedó inmóvil por la humillación.
Hablo
de esa niña de cándido rostro.
Nombro
a ese ángel que es trozo de amor.
Se
quedó sin padres muy sola en el mundo
y
soberbias de otros, en su alma golpeó.
Mirad
las estrellitas que miran felices...
No
tienen una madre, son solas igual que yo,
También
las florcitas del campo olvidadas...
son
huérfanas y perfuman manos de labrador.
Y
esas palomitas tan alegres y fugaces...
que
llevan en el pico amor y amistad.
Son
todas huerfanitas y con su blanco plumaje,
parecen
angelitos protegiéndonos del mal.
Y
el solitario árbol cansado y ya viejo,
me
presta su frescura que es sombra de amistad.
Y
el sol, único y solo dorado como el oro...
con
su grata tibieza, la vida también da.